A pesar de poseer un pene, siempre me ha inquietado esto de la inequidad entre las personas basada en el hecho de poseerlo o no. A esto se sumó desde muy temprano la tenaz oposición por mi parte frente a las exigencias derivadas de tenerlo.
Pronto descubrí una doctrina filosófico-política llamada feminismo, me propuse conocerla y comprenderla y una de las formas de comprender de manera crítica es jugar con las palabras. La palabra feminismo no es la excepción.
El término feminismo es problemático al menos por dos razones:
Es fácilmente interpretable por "femenino", y lo "femenino" es precisamente el conjunto de cualidades que el heteropatriarcado impone a los cuerpos carentes de pene. En rigor, se es mujer en la medida en que se es "femenina" y esto equivale a sumisa.
El amplio conjunto de teorías y praxis que se suelen englobar en la categoría feminismo no tiene como sujeto de manera exclusiva a las mujeres. En primer lugar, porque muchas lesbianas son feministas y NO se identifican como mujeres; han adoptado la lesbiandad en cierto modo como otra identidad de género. La lesbiana no es mujer ni varón, es lesbiana aunque tienda a ser leída socioculturalmente como femenina, masculina o andrógina.
En segundo lugar tenemos que reconocer que también hay personas y grupos de trans y de varones, tanto gays como bi u heterosexuales que adoptan el feminismo como militancia y/o ámbito de elaboración teórica.
La paradoja reside en que un feminismo que se precie de tal no puede limitarse a reclamar igualdad de oportunidades para las mujeres, acceso a los puestos de poder detentados históricamente por los hombres, y menos aún puede tener como objetivo la preservación de la feminidad, dado que esta equivale a la subordinación de las mujeres.
En un momento dado de la historia mujeres rebeldes individuales comenzaron a conformar un sujeto colectivo proclive a la ruptura con el orden androcéntrico, de modo que el movimiento político histórico de las mujeres como clase no es otro que el feminismo. Ahora bien, la liberación de una clase oprimida implica el combate contra la opresión de la clase dominante y la construcción de alternativas, como parte de un proyecto de paulatina emancipación de la clase subalterna.
En la medida en que esta clase en este caso "las mujeres"deja de estar sometida y avanza con sus proyectos contra hegemónicos, deja de ser una mera clase subalterna, deja de ser "las mujeres", ya que por definición estas son quienes están sujetas al servicio de los hombres.
Por este motivo una corriente importante del feminismo lésbico impugna las ser consideradas "femeninas" o "masculinas", o bien ser consideradas mujeres, como ya vimos. En el extremo están las que consideran al lesbianismo una militancia separada del feminismo, ya que este sería lesbofóbico por cuanto sólo admite como sujeto a las mujeres. La situación se complica más aún con el fenómeno de la adscripción al feminismo en algunas de sus variantes por diversos colectivos trans o de varones antipatriarcales.
Un feminismo estrecho de miras es un "feminismo" que no pretende abolir el género sino solo la obtención de demandas parciales y sectoriales, exclusivas para las (bio) mujeres. Un feminismo así no puede derrocar al patriarcado.
El feminismo para el cual tal vez habría que buscar otro nombre es la revolución política y cultural contra el heteropatriarcado, busca la abolición del género y de la sexualidad patriarcal, y puede ser ejercido no solo por mujeres sino también por lesbianas, trans, homosexuales, bisexuales y varones antipatriarcales.
:: Carlos Dellepiane
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