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martes, 28 de septiembre de 2010

Jean Genet, el ladrón el maricón



Jean Genet (1910-1986), novelista y dramaturgo francés, cuyas obras, tomando como referencia tanto los aspectos pintorescos como grotescos de la existencia humana, expresan una profunda rebelión contra la sociedad y sus convenciones.

Nacido el 19 de diciembre de 1910 en París, Genet era hijo ilegítimo de una prostituta. Fue sorprendido robando a la edad de diez años y durante toda su adolescencia y hasta unos treinta años después hubo de enfrentarse a una larga serie de procesos por robo y prostitución homosexual. En 1947, al haber sido ya detenido diez veces por robo, fue condenado a cadena perpetua. Mientras estaba en la cárcel, Genet escribió y publicó varios libros, y su creciente prestigio literario movió a un amplio grupo de autores franceses a pedir su liberación, que finalmente fue concedida en 1948 por el presidente de Francia.

La primera novela de Genet, un trabajo autobiográfico acerca de la homosexualidad y la vida en los bajos fondos, fue Nuestra Señora de las flores (1944). Entre sus novelas posteriores se cuentan El diario de un ladrón (1949), El milagro de la rosa (1951) y Pompas fúnebres (1953). Su prosa se caracteriza por su gran cantidad de imágenes líricas y por el empleo del lenguaje propio de los bajos fondos.

En 1947 Genet volvió a escribir teatro, medio en el cual llevó a cabo sus obras más impactantes. Su primera obra, Las criadas (1947), una de las más exitosas de su autor, marcó su entrada en el movimiento llamado el teatro del absurdo. En esta obra, dos criadas se van turnando para interpretar el papel de su señora, buscando sus identidades en un medio que fluctúa sin cesar entre la realidad y la fantasía. En Estricta vigilancia (1949), El balcón (1957), Los negros (1959) y Los biombos (1961), Genet utilizó frecuentemente el cambio de papeles y la inversión entre el bien y el mal, como técnicas para subrayar la falsedad de los valores sociales y políticos.

Todas las obras de Genet expresan su profunda simpatía hacia los desheredados y los marginados de la sociedad, expuestos como se encuentran a los siempre omnipresentes sexo, delito y muerte. Contienen invariablemente rituales, crueldad y la convicción del autor acerca de lo absurdo de los conceptos morales. Aunque sus escritos fueron considerados al principio como pornográficos, Genet fue definido muy pronto como un existencialista preocupado por los problemas de la identidad y la alienación, y ha sido reconocido como uno de los más importantes escritores del siglo XX (véase Existencialismo). En 1983 se le concedió el Grand Prix National des Lettres, el premio nacional de las letras francesas.


 Genet fue sólo un dramaturgo interesante, un buen poeta y un novelista absolutamente único y genial. Genet nunca fue un escritor gay, él fue escritor, uno de los más grandes de la literatura francesa, y antes que eso fue maricón y ladrón, como a él le gustaba decir.


Genet el huérfano, Genet el chorizo, Genet el chapero, Genet el vagabundo, Genet el delincuente, Genet el mendigo, Genet el poeta, el que adora las ladillas de sus amantes, el que ama a los delincuentes más duros, Genet el mártir, el exiliado, el comprometido, el mecenas, el que está enterrado en el cementerio español de Larache…

Se derrocha la palabra “genio” con demasiada ligereza para los artistas. Hay muchos grandes artistas, y no es necesario ser un genio para ser uno de los grandes. Tal vez, el artista genial es sólo aquel en el que hay un misterio irracional en su vida y su obra, en el que como hombre y como creador se mezcla el caos y la muerte con el amor y la vida. Jean Genet, es sin duda alguna, el mejor ejemplo de genio de la historia de la literatura.

Bibliografía esencial: Santa María de las flores, El milagro de la rosa, Pompas fúnebres, Querelle de Brest (llevado al Cine por Fassbinder), Diario del ladrón.

martes, 21 de septiembre de 2010

Ensayos Impopulares

Leyendo a Bertrand Russell, sus ENSAYOS IMPOPULARES; un extracto de lo que más me impacto 


Durante los últimos cuatrocientos años, en los cuales el desarrollo de la ciencia ha demostrado a los hombres el modo de adquirir conocimiento respecto a las costumbres de la naturaleza y dominio sobre las fuerzas naturales, el clero ha librado una batalla perdida contra la ciencia, en astronomía y geología, en anatomía y fisiología, en biología y psicología y sociología. Expulsados de una posición, ocuparon otra. Después de ser derrotados en astronomía, hicieron lo posible para impedir el ascenso de la geología; lucharon contra Darwin en biología, y en la actualidad están luchando contra las teorías científicas de la psicología y la educación. En cada etapa, tratan de hacer que el público olvide su anterior oscurantismo, a fin de que su oscurantismo actual no sea reconocido como tal. Subrayemos algunos ejemplos de irracionalidad en el clero desde el ascenso de la ciencia y averigüemos luego si el resto de la humanidad es mejor.

Cuando Benjamin Franklin inventó el pararrayos, el clero, tanto en Inglaterra como en USA, con el entusiasta respaldo de Jorge III, lo condenó como un impío intento de derrotar la voluntad de Dios. Porque, como podía comprender toda la gente bien pensante, el rayo es enviado por Dios para castigar la irreligiosidad o cualquier otro pecado grave; los virtuosos jamás son heridos por el rayo. Por lo tanto si Dios quiere golpear a alguien, Benjamin Franklin no tendría que oponerse a Sus designios; en verdad hacer tal cosa es ayudar a los criminales a escapar. Pero Dios se puso a la altura de la situación, si tenemos que creer al eminente doctor Price, uno de los principales teólogos de Boston, Como el rayo se había vuelto ineficaz por las “puntas de hierro inventadas por el sagaz doctor Franklin”, Massachussets fue sacudido por temblores de tierra, que el doctor Price supuso debidos a la ira de Dios contra las “puntas de hierro”. En un sermón sobre el tema dijo: “En Boston se erigen en más cantidad que en cualquier otra parte de Nueva Inglaterra, y Boston parece ser la más espantosamente sacudida. ¡Oh!, es imposible escapar a la potente mano de Dios”. Aparentemente, sin embargo, la Providencia abandonó toda esperanza de curar a Boston de su perversidad, porque, aunque los pararrayos se hicieron cada vez más comunes, los terremotos en Massachussets han seguido siendo raros. No obstante, el punto de vista del doctor Price, o algo sumamente parecido, aún era sostenido por uno de los hombres más influyentes de tiempos recientes. Cuando, en una ocasión, hubo varios terremotos graves en la India, el Mahatma Gandhi advirtió solemnemente a sus compatriotas que esos desastres habían sido enviados en castigo por sus pecados.

Este punto de vista existe incluso en mi propia isla natal. Durante la guerra de 1914-1918 el gobierno británico hizo mucho pata estimular la producción de alimentos en la metrópoli. En 1916, cuando las cosas no iban bien, un sacerdote escocés escribió a los periódicos para decir que el fracaso se debía al hecho de que, con la sanción del gobierno, se habían plantado papas en domingo. Sin embargo, se evitó el desastre gracias a que los alemanes desobedecieron todos los Diez mandamientos, y no solo uno de ellos…

…A veces me escandalizan las blasfemias de los que se creen piadosos: por ejemplo, la de las monjas que jamás toman un baño sin vestir una camisa de baño. Cuando se les pregunta por qué lo hacen, puesto que ningún hombre puede verlas, responden: “Ah, pero olvida usted al buen Dios”. Aparentemente, conciben a la Deidad como un mirón cuya omnipotencia le permite ver a través de las paredes de los cuartos de baño. Este punto de vista me resulta curioso.
Toda la concepción del “pecado” me resulta desconcertante, sin duda debido a mi naturaleza pecadora. Si el “pecado” consiste en causar sufrimientos innecesarios, podría entenderlo; pero por el contrario, el pecado consiste a menudo en evitar sufrimientos inútiles. Hace unos años, se presentó en la Cámara de los Lores un proyecto de ley para legalizar la eutanasia en los casos de enfermedad dolorosa e incurable. Sería necesario el consentimiento del paciente, así como varios certificados médicos. A mí, en mi simplicidad me pareció que sería natural pedir el consentimiento del paciente, pero extinto arzobispo de Canterbury, el experto funcionario inglés en materia de Pecado, explicó lo erróneo de tal punto de vista. El consentimiento del paciente convierte la eutanasia en suicidio, y el suicidio es pecado, Sus señorías escucharon la voz de la autoridad y rechazaron el proyecto de ley. En consecuencia, para complacer al arzobispo –y a si Dios, si nos ha informado correctamente-, las víctimas del cáncer tienen que seguir soportando meses de tormentos absolutamente inútiles, a menos que sus médicos o enfermeras sean lo bastante humanos pata arriesgarse a una acusación de asesinato. Me resulta difícil concebir a un Dios que se complace en contemplar tales torturas; y si hubiese un Dios capaz de injustificable crueldad, por cierto que no le consideraría digno de adoración. Pero esto sólo prueba cuán hundido estoy en la depravación moral.
Me dejan igualmente perplejo las cosas que son pecado y las que no lo son. Cuando la Society for the Prevention of Cruelty to Animals (La Sociedad para la prevención contra la crueldad animal) pidió al Papa su apoyo, le fue negado, debido a que los seres humanos no tienen deber alguno hacia los animales inferiores, y a que maltratar a los animales no es pecado. Esto es así porque los animales no tienen alma. Por otra parte es perverso casarse con la hermana de la esposa fallecida (por lo menos así lo enseña la Iglesia), por mucho que usted y ella deseen casarse. Y esto no se debe a ninguna desdicha que pueda derivarse de ello, sino a ciertos textos de la Biblia.

… los ortodoxos tienen una curiosa objeción contra la incineración, que parece demostrar una insuficiente confianza en la omnipotencia de Dios. Se cree que un cuerpo que ha sido incinerado le ofrecerá a Él mayores dificultades, cuando quiera reunirlo, que de otro que ha sido puesta bajo tierra transformado en gusanos. Sin duda, coleccionar partículas del aire y deshacer el trabajo químico de la combustión sería un tanto laborioso, pero es verdaderamente blasfemo que el tal trabajo es imposible para la Deidad. Saco en conclusión que la objeción a la incineración implica una grave herejía. Pero dudo que tal opinión tenga mucho peso para los ortodoxos.
La Iglesia aprobó con suma lentitud y a desgana la disección de cadáveres en relación de la medicina. El precursor de la disección fue Vesalio, médico de la corte del emperador Carlos V. Su habilidad médica hizo que el emperador le protegiera, pero se vio en dificultades cuando el emperador murió. Se dijo que un cadáver que estaba disecando había dado señales de vida bajo el bisturí, y fue acusado de asesinato. La inquisición fue inducida por Felipe II a adoptar una actitud indulgente, y sólo lo condenó a un peregrinaje a Tierra Santa. En el viaje de regreso, su barco naufragó y él murió de agotamiento. Durante muchos siglos, después de su época, los estudiantes de la Universidad Papal de Roma sólo tenían permiso para operar sobre figuras de arcilla, que carecían de los órganos sexuales.
…Aunque hay muchas clases de pecados, siete de los cuales son capitales, el campo más fructífero para las añagazas de Satán es el sexo. La doctrina católica ortodoxa a ese respecto se en encuentra en san Pablo, san Agustín y santo Tomás de Aquino. Es mejor ser célibe, pero los que no tienen el don de la continencia pueden casarse. Las relaciones sexuales en el matrimonio no constituyen pecado, siempre que estén motivadas por el deseo de tener descendencia. Todo trato carnal fuera del matrimonio es pecado, lo mismo que el acto sexual dentro del matrimonio cuando se toma alguna medida para evitar la concepción. La interrupción del embarazo es pecado, aun cuando, en opinión médica, sea la única forma de salvar la vida de la madre; porque la opinión médica es falible, y Dios puede salvar una vida por milagro, si Él lo cree conveniente. (Este punto de vista está incorporado a la ley de Connecticut.) Las enfermedades venéreas son el castigo de Dios por el pecado. Es cierto que, por intermedio de un esposo culpable, este castigo puede caer sobre una esposa inocente y sus hijos, pero se trata de una misteriosa distribución de la Providencia, que sería impío poner en duda. Tampoco debemos preguntar por qué las enfermedades venéreas no fueron divinamente instituidas hasta la época de Colón. Puesto que se trata de la penalidad prescrita para el pecado, todas las medidas evitarla son también pecado, salvo, por supuesto, una vida virtuosa. El matrimonio es nominalmente indisoluble, pero muchas personas que creen estar casadas no lo están. En el caso de los católicos influyentes, a menudo puede encontrarse algún motivo de anulación, pero para los pobres no existe tal solución, salvo, quizás, en casos de impotencia. Las personas que se divorcian y vuelven a casarse son culpables de adulterio a los ojos de Dios.

… Existen dificultades lógicas en la noción de pecado. Se nos dice que el pecado consiste en la desobediencia a los mandamientos de Dios, pero también se nos dice que Dios es omnipotente. Si lo es, nada contrario a Su voluntad puede ocurrir; por lo tanto cuando el pecador desobedece Su voluntad, él debe haber querido que tal cosa sucediera. San Agustín acepta audazmente este punto de vista, y afirma que los hombres son conducidos al pecado por una ceguera de que Dios les hace objeto. Pero la mayoría de los teólogos, en los tiempos modernos, han reconocido que, si Dios obliga a los hombres a pecar, no es justo enviarles al infierno por lo que no pueden evitar. Se nos dice que el pecado consiste en obrar contrariamente a la voluntad de Dios. Sin embargo esto no el elimina la dificultad. Los que como Spinoza, toman en serio la omnipotencia de Dios, deducen que no puede existir el pecado. Esto trajo espantosos resultados, “¿Cómo? –dijeron los contemporáneos de Spinoza-, ¿no había sido una maldad por parte de Nerón el haber asesinado a su madre? ¿No fue una maldad que Adán se comiese la manzana? ¿Una acción es tan buena como la otra?” Spinoza se escapa del apuro, pero no encuentra ninguna respuesta satisfactoria. Si todo ocurre de acuerdo con la voluntad de Dios, Dios tiene que haber querido que Nerón asesinase a su madre; por lo tanto, puesto que Dios es bueno, el asesinato debe haber sido una cosa buena. Resulta imposible escapar a este argumento.
Por otra parte, los que piensan sinceramente que el pecado es desobediencia a Dios, se ven obligados a decir que Dios no es omnipotente. Esto salva todos los quebraderos de cabeza lógicos, y es el punto de vista adoptado por cierta escuela de teólogos liberales. Sin embargo, tiene sus propias dificultades. ¿Cómo podemos saber, en realidad, cuál es la voluntado de Dios? Si las fuerzas del mal tienen cierto grado de poder, pueden engañarnos y llevarnos a aceptar como cosa de la Escritura lo que verdaderamente es cosa de ellos. Ésta era la opinión de los gnósticos, que pensaban que el Antiguo Testamento era obra de un espíritu maligno.
En cuanto abandonamos nuestra propia razón y nos contentamos con confiar en la autoridad, nuestras dificultades no tienen fin. ¿La autoridad de quién? ¿La del Antiguo Testamento? ¿La del Nuevo Testamento? ¿La del Corán? En la práctica, la gente elige el libro considerado sagrado por la comunidad en el seno de la cual nacieron, y de ese libro escoge las partes que le agradan, haciendo caso omiso de las demás. Hubo una época en que el texto más influyente de la Biblia era: “No permitirás que una bruja viva”. Ahora, la gente pasa por alto ese texto, si es posible, en silencio; si no, con una disculpa. Y así, aunque tengamos un libro sagrado, todavía seguimos eligiendo como verdadero lo que se acomoda a nuestros prejuicios. Ningún católico por ejemplo, toma en serio el texto que dice que un obispo debe ser el marido de una esposa…
… Thomas Robert Malthus vio sólo tres formas de contener el crecimiento de la población: el freno moral, el vicio y la miseria. Admitió que no era probable que el freno moral fuese practicado a gran escala. Como sacerdote veía con asco el “vicio”, es decir, el control de la natalidad. Sólo quedaba la miseria de la gran mayoría de la humanidad con ecuanimidad, y señalo las falacias de los reformadores que esperaban mitigarla. 
Los modernos oponentes teológicos del control de la natalidad son menos honestos. Fingen creer que Dios proveerá, por muchas que sean las bocas que haya que alimentar. Pasan por alto el hecho de que Él no ha hecho tal cosa hasta ahora, sino que dejó a la humanidad expuesta a hambrunas periódicas en las cuales mueren millones de seres. Debe suponerse que sostienen –si dicen lo que creen- que de ahora en adelante Dios obrará un continuo milagro de panes y peces, milagro que Él ahora ha considerado innecesario. O quizá dirán que el sufrimiento aquí abajo no tiene ninguna importancia; lo que importa es el más allá. Gracias a su teología, irán al infierno la mayoría de los niños a quienes su oposición al control de la natalidad hará existir. Tenemos que suponer, entonces, que se oponen al mejoramiento de la vida sobre la tierra porque creen que es bueno que muchos millones sufran el tormento eterno. En comparación con ellos, Malthus parece piadoso.

Les recomiendo también de Bertrand Russell: POR QUÉ NO SOY CRISTIANO

:: Filososfos Net

jueves, 11 de febrero de 2010

Aullido

Allen Ginsberg y Peter Orlovsky


AULLIDO
Allen Ginsberg

I


Vi las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura, hambrientas histéricas desnudas,

arrastrándose por las calles de los negros al amanecer en busca de un colérico pinchazo,

hipsters con cabezas de ángel ardiendo por la antigua conexión celestial con el estrellado dínamo de la maquinaria nocturna,

que pobres y harapientos y ojerosos y drogados pasaron la noche fumando en la oscuridad sobrenatural de apartamentos de agua fría, flotando sobre las cimas de las ciudades contemplando jazz,

que desnudaron sus cerebros ante el cielo bajo el El y vieron ángeles mahometanos tambaleándose sobre techos iluminados,

que pasaron por las universidades con radiantes ojos imperturbables alucinando Arkansas y tragedia en la luz de Blake entre los maestros de la guerra,

que fueron expulsados de las academias por locos y por publicar odas obscenas en las ventanas de la calavera,

que se acurrucaron en ropa interior en habitaciones sin afeitar, quemando su dinero en papeleras y escuchando al Terror a través del muro,

que fueron arrestados por sus barbas púbicas regresando por Laredo con un cinturón de marihuana hacia Nueva York,

que comieron fuego en hoteles de pintura o bebieron trementina en Paradise Alley, muerte, o sometieron sus torsos a un purgatorio noche tras noche,

con sueños, con drogas, con pesadillas que despiertan, alcohol y verga y bailes sin fin,

incomparables callejones de temblorosa nube y relámpago en la mente saltando hacia los polos de Canadá y Paterson, iluminando todo el inmóvil mundo del intertiempo,

realidades de salones de Peyote, amaneceres de cementerio de árbol verde en el patio trasero, borrachera de vino sobre los tejados, barrios de escaparate de paseos drogados luz de tráfico de neón parpadeante, vibraciones de sol, luna y árbol en los rugientes atardeceres invernales de Brooklyn, desvaríos de cenicero y bondadosa luz reina de la mente,

que se encadenaron a los subterráneos para el interminable viaje desde Battery al santo Bronx en benzedrina hasta que el ruido de ruedas y niños los hizo caer temblando con la boca desvencijada y golpeados yermos de cerebro completamente drenados de brillo bajo la lúgubre luz del Zoológico,

que se hundieron toda la noche en la submarina luz de Bickford salían flotando y se sentaban a lo largo de tardes de cerveza desvanecida en el desolado Fugazzi’s, escuchando el crujir del Apocalipsis en el jukebox de hidrógeno,

que hablaron sin parar por setenta horas del parque al departamento al bar a Bellevue al museo al puente de Brooklyn,

un batallón perdido de conversadores platónicos saltando desde las barandas de salidas de incendio desde ventanas desde el Empire State desde la luna,

parloteando gritando vomitando susurrando hechos y memorias y anécdotas y excitaciones del globo ocular y shocks de hospitales y cárceles y guerras,

intelectos enteros expulsados en recuerdo de todo por siete días y noches con ojos brillantes, carne para la sinagoga arrojada en el pavimento,

que se desvanecieron en la nada Zen Nueva Jersey dejando un rastro de ambiguas postales del Atlantic City Hall,

sufriendo sudores orientales y crujidos de huesos tangerinos y migrañas de la china con síndrome de abstinencia en un pobremente amoblado cuarto de Newark,

que vagaron por ahí y por ahí a medianoche en los patios de ferrocarriles preguntándose dónde ir, y se iban, sin dejar corazones rotos,

que encendieron cigarrillos en furgones furgones furgones haciendo ruido a través de la nieve hacia granjas solitarias en la abuela noche,

que estudiaron a Plotino Poe San Juan de la Cruz telepatía bop kabbalah porque el cosmos instintivamente vibraba a sus pies en Kansas,

que vagaron solos por las calles de Idaho buscando ángeles indios visionarios que fueran ángeles indios visionarios,

que pensaron que tan sólo estaban locos cuando Baltimore refulgió en un éxtasis sobrenatural,

que subieron en limosinas con el chino de Oklahoma impulsados por la lluvia de pueblo luz de calle en la medianoche invernal,

que vagaron hambrientos y solitarios en Houston en busca de jazz o sexo o sopa, y siguieron al brillante Español para conversar sobre América y la Eternidad, una tarea inútil y así se embarcaron hacia África,

que desaparecieron en los volcanes de México dejando atrás nada sino la sombra de jeans y la lava y la ceniza de la poesía esparcida en la chimenea Chicago,

que reaparecieron en la costa oeste investigando al F.B.I. con barba y pantalones cortos con grandes ojos pacifistas sensuales en su oscura piel repartiendo incomprensibles panfletos,

que se quemaron los brazos con cigarrillos protestando por la neblina narcótica del tabaco del Capitalismo,

que distribuyeron panfletos supercomunistas en Union Square sollozando y desnudándose mientras las sirenas de Los Álamos aullaban por ellos y aullaban por la calle Wall, y el ferry de Staten Island también aullaba,

que se derrumbaron llorando en gimnasios blancos desnudos y temblando ante la maquinaria de otros esqueletos,

que mordieron detectives en el cuello y chillaron con deleite en autos de policías por no cometer más crimen que su propia salvaje pederastia e intoxicación,

que aullaron de rodillas en el subterráneo y eran arrastrados por los tejados blandiendo genitales y manuscritos,

que se dejaron follar por el culo por santos motociclistas, y gritaban de gozo,

que mamaron y fueron mamados por esos serafines humanos, los marinos, caricias de amor Atlántico y Caribeño,

que follaron en la mañana en las tardes en rosales y en el pasto de parques públicos y cementerios repartiendo su semen libremente a quien quisiera venir,

que hiparon interminablemente tratando de reír pero terminaron con un llanto tras la partición de un baño turco cuando el blanco y desnudo ángel vino para atravesarlos con una espada,

que perdieron sus efebos por las tres viejas arpías del destino la arpía tuerta del dólar heterosexual la arpía tuerta que guiña el ojo fuera del vientre y la arpía tuerta que no hace más que sentarse en su culo y cortar las hebras intelectuales doradas del telar del artesano,

que copularon extáticos e insaciables con una botella de cerveza un amorcito un paquete de cigarrillos una vela y se cayeron de la cama, y continuaron por el suelo y por el pasillo y terminaron desmayándose en el muro con una visión del coño supremo y eyacularon eludiendo el último hálito de conciencia,

que endulzaron los coños de un millón de muchachas estremeciéndose en el crepúsculo, y tenían los ojos rojos en las mañanas pero estaban preparados para endulzar el coño del amanecer, resplandecientes nalgas bajo graneros y desnudos en el lago,

que salieron de putas por Colorado en miríadas de autos robados por una noche, N.C. héroe secreto de estos poemas, follador y Adonis de Denver -regocijémonos con el recuerdo de sus innumerables jodiendas de muchachas en solares vacíos y patios traseros de restaurantes, en desvencijados asientos de cines, en cimas de montañas, en cuevas o con demacradas camareras en familiares solitarios levantamientos de enaguas y especialmente secretos solipsismos en baños de gasolineras y también en callejones de la ciudad natal,

que se desvanecieron en vastas y sórdidas películas, eran cambiados en sueños, despertaban en un súbito Manhattan y se levantaron en sótanos con resacas de despiadado Tokai y horrores de sueños de hierro de la tercera avenida y se tambalearon hacia las oficinas de desempleo,

que caminaron toda la noche con los zapatos llenos de sangre sobre los bancos de nieve en los muelles esperando que una puerta se abriera en el East River hacia una habitación llena de vapor caliente y opio,

que crearon grandes dramas suicidas en los farellones de los departamentos del Hudson bajo el foco azul de la luna durante la guerra y sus cabezas serán coronadas de laurel y olvido,

que comieron estofado de cordero de la imaginación o digirieron el cangrejo en el lodoso fondo de los ríos de Bowery,

que lloraron ante el romance de las calles con sus carritos llenos de cebollas y mala música,

que se sentaron sobre cajas respirando en la oscuridad bajo el puente y se levantaron para construir clavicordios en sus áticos,

que tosieron en el sexto piso de Harlem coronados de fuego bajo el cielo tubercular rodeados por cajas naranjas de Teología,

que escribieron frenéticos toda la noche balanceándose y rodando sobre sublimes encantamientos que en el amarillo amanecer eran estrofas incoherentes,

que cocinaron animales podridos pulmón corazón pié cola borsht & tortillas soñando con el puro reino vegetal,

que se arrojaron bajo camiones de carne en busca de un huevo,

que tiraron sus relojes desde el techo para emitir su voto por una eternidad fuera del tiempo, & cayeron despertadores en sus cabezas cada día por toda la década siguiente,

que cortaron sus muñecas tres veces sucesivamente sin éxito, desistieron y fueron forzados a abrir tiendas de antigüedades donde pensaron que estaban envejeciendo y lloraron,

que fueron quemados vivos en sus inocentes trajes de franela en Madison Avenue entre explosiones de versos plúmbeos & el enlatado martilleo de los férreos regimientos de la moda & los gritos de nitroglicerina de maricas de la publicidad & el gas mostaza de inteligentes editores siniestros, o fueron atropellados por los taxis ebrios de la realidad absoluta,

que saltaron del puente de Brooklyn esto realmente ocurrió y se alejaron desconocidos y olvidados dentro de la fantasmal niebla de los callejones de sopa y carros de bomba del barrio Chino, ni siquiera una cerveza gratis,

que cantaron desesperados desde sus ventanas, se cayeron por la ventana del metro, saltaron en el sucio Passaic, se abalanzaron sobre negros, lloraron por toda la calle, bailaron descalzos sobre vasos de vino rotos y discos de fonógrafo destrozados de nostálgico Europeo jazz Alemán de los años 30 se acabaron el whisky y vomitaron gimiendo en el baño sangriento, con lamentos en sus oídos y la explosión de colosales silbatos de vapor,

que se lanzaron por las autopistas del pasado viajando hacia la cárcel del gólgota -solitario mirar- autos preparados de cada uno de ellos o Encarnación de Jazz de Birmingham,

que condujeron campo traviesa por 72 horas para averiguar si yo había tenido una visión o tú habías tenido una visión o él había tenido una visión para conocer la eternidad,

que viajaron a Denver, murieron en Denver, que volvían a Denver; que velaron por Denver y meditaron y andaban solos en Denver y finalmente se fueron lejos para averiguar el tiempo, y ahora Denver extraña a sus héroes,

que cayeron de rodillas en desesperanzadas catedrales rezando por la salvación de cada uno y la luz y los pechos, hasta que al alma se le iluminó el cabello por un segundo,

que chocaron a través de su mente en la cárcel esperando por imposibles criminales de cabeza dorada y el encanto de la realidad en sus corazones que cantaba dulces blues a Alcatraz,

que se retiraron a México a cultivar un hábito o a Rocky Mount hacia el tierno Buda o a Tánger en busca de muchachos o a la Southern Pacific hacia la negra locomotora o de Harvard a Narciso a Woodland hacia la guirnalda de margaritas o a la tumba,

que exigieron juicios de cordura acusando a la radio de hipnotismo y fueron abandonados con su locura y sus manos y un jurado indeciso,

que tiraron ensalada de papas a los lectores de la CCNY sobre dadaísmo y subsiguientemente se presentan en los escalones de granito del manicomio con las cabezas afeitadas y un arlequinesco discurso de suicidio, exigiendo una lobotomía al instante,

y recibieron a cambio el concreto vacío de la insulina Metrazol electricidad hidroterapia psicoterapia terapia ocupacional ping pong y amnesia,

que en una protesta sin humor volcaron sólo una simbólica mesa de ping pong, descansando brevemente en catatonia,

volviendo años después realmente calvos excepto por una peluca de sangre, y de lágrimas y dedos, a la visible condenación del loco de los barrios de las locas ciudades del Este,

los fétidos salones del Pilgrim State Rockland y Greystones, discutiendo con los ecos del alma, balanceándose y rodando en la banca de la soledad de medianoche reinos dolmen del amor, sueño de la vida una pesadilla, cuerpos convertidos en piedra tan pesada como la luna,

con la madre finalmente ****** [i] , y el último fantástico libro arrojado por la ventana de la habitación, y a la última puerta cerrada a las 4 AM y el último teléfono golpeado contra el muro en protesta y el último cuarto amoblado vaciado hasta la última pieza de mueblería mental, un papel amarillo se irguió torcido en un colgador de alambre en el closet, e incluso eso imaginario, nada sino un esperanzado poco de alucinación-

ah, Carl, mientras no estés a salvo yo no voy a estar a salvo, y ahora estás realmente en la total sopa animal del tiempo-

y que por lo tanto corrió a través de las heladas calles obsesionado con una súbita inspiración sobre la alquimia del uso de la elipse el catálogo del medidor y el plano vibratorio,

que soñaron e hicieron aberturas encarnadas en el tiempo y el espacio a través de imágenes yuxtapuestas y atraparon al Arcángel del alma entre 2 imágenes visuales y unieron los verbos elementales y pusieron el nombre y una pieza de conciencia saltando juntos con una sensación de Pater Omnipotens Aeterna Deus

para recrear la sintaxis y medida de la pobre prosa humana y pararse frente a ti mudos e inteligentes y temblorosos de vergüenza, rechazados y no obstante confesando el alma para conformarse al ritmo del pensamiento en su desnuda cabeza sin fin,

el vagabundo demente y el ángel beat en el tiempo, desconocido, y no obstante escribiendo aquí lo que podría quedar por decir en el tiempo después de la muerte,

y se alzaron reencarnando en las fantasmales ropas del jazz en la sombra de cuerno dorado de la banda y soplaron el sufrimiento de la mente desnuda de América por el amor en un llanto de saxofón eli eli lamma lamma sabacthani que estremeció las ciudades hasta la última radio

con el absoluto corazón del poema sanguinariamente arrancado de sus cuerpos bueno para alimentarse mil años.
 
 
Recomiendo la lectura del critico Gonzalo Valdivia Dávila
 
http://www.librosgratis.org/aullido-de-allen-ginsberg.html