El consumismo gay ha generado una imagen distorsionada de
los homosexuales, al representarnos como gente privilegiada, blanca que huele
bien, a perfume francés, glamour y casi
siempre masculina.
En épocas donde pareciera que el activismo es lo único que
puede salvar y hacer escuchar a la sociedad gay, cada día estamos más
segmentados y observados por los que manejan el marketing. Así las cosas,
vivimos cada vez más alejados del Mesías que llegará para llevarnos a la gloria
y a la reivindicación del orgullo, foto mediante y con marcha incluida.
Es que el consumismo ha desempeñado un papel central en la
aceptación de la homosexualidad. Pero también ha tenido consecuencias muy
desafortunadas. Una de ellas es la trivialización de lo que fue durante mucho
tiempo un movimiento contestatario, con una larga historia de lucha y
sacrificio. Como en el caso del feminismo, muchos jóvenes de hoy han olvidado o
no han sabido siquiera que la aceptación actual de la homosexualidad fue
precedida por siglos de persecución y sufrimiento, que no pueden borrarse al asistir
a la marcha con los colores del arco iris.
Además, el consumismo gay ha generado una imagen
distorsionada de los homosexuales, al representarnos como gente privilegiada,
blanca que huele bien, a perfume francés, glamour y casi siempre masculina.
Los homosexuales pasivos, los de bajos recursos, de color,
los gordos, las lesbianas y los bisexuales, por lo general han quedado fuera de
esta visión idealizada.
El mundo de Gancia, las cadenas de hoteles, ahora los
cruceros, el restorán caro de plato grande con porción de comida diminuta y
gusto gourmet (que te la mete inside si te dejás y con pimienta mimosa...), las
tarjetas de crédito e Internet con banda ancha, no son para todos.
Pareciera que no fuéramos al supermercado a comprar una
simple lata de arvejas…
En su momento se anunció con bombos y platillos la salida de
un buque insignia completamente gay, la publicidad estaba ilustrada con jóvenes
apolíneos desparramados por las cubiertas del barco, haciendo referencia al
“ego” del viajero ilustre, que lograra zarpar en las cabinas que tenían precios
cercanos a los u$s 2.500 por unos días
en un cojedero flotante que no pasaría de Uruguay, cuando podes viajar a Europa
en travesía de 20 días, en camarote externo por el mismo dinero.
Esta subestimación del segmento gay hundió al crucero en su
propio fracaso.
Yo me pregunto: ¿Si se luchó tanto por la
ley de matrimonio
“para que todos y todas tengamos los mismos derechos”, por qué se insiste en
este auto segregacionismo que nos vuelve a hacer diferentes?
El consumismo gay ha impuesto así un modelo del “buen”
homosexual: joven, guapo, rico, sensible y sofisticado y -no sé por qué- de
pelo corto.
Incluso, en las sociedades regidas estrictamente por el
consumismo como los Estados Unidos, ha creado una figura aberrante: la del
homosexual hetero-sexualizado, conformista irreflexivo cuya única aspiración es
adoptar el estilo de vida mayoritario.
En definitiva una mala copia de lo que es un heterosexual.
Hoy por hoy la especialización que día a día exigen los gays
para tratar sus asuntos, no pasa solamente por el fantasma de
la homofobia.
Simplemente se ha dado. Es la libre oferta y la proliferación de servicios.
El grupo que más consume en el rubro "desayunos a
domicilio" es el gay, no por nada en particular, como dice un amigo mío
-es simplemente una putada. Algo que nace en el núcleo gay se va haciendo
“normal” aún en el grupo hetero que adopta esta, (la de mandar desayunos a
domicilio). No se trata ya, por tanto, de una guetización de la población gay
sino de una segmentación del mercado, que busca crear nuevos nichos de consumo
basados en una identidad minoritaria.
Abriendo de esta forma lo que se denomina “mercado gay
hetero friendly”.
Lo mismo podría decirse de una inmensa gama de clubes,
equipos deportivos, estaciones de radio y televisión. Todo ello puede parecer
superfluo —e incluso frívolo— pero esta segmentación ha demostrado ser, hasta
ahora, la única manera de preservar una identidad y cultura diferentes de las
dominantes.
En países como Argentina y toda la seguidilla
latinoamericana, cosas tan sencillas como la herencia recién ahora se encausan
por el lado de la
ley de matrimonio, pero igualmente las madres lesbianas
pueden perder a sus hijos; los homosexuales pueden perder su empleo,
posibilidades de promoción, o incluso su vivienda y todo ello, porque lo que no
cambia es la mentalidad de los jueces a la hora de impartir justicia.
La homofobia sigue latente dentro del Palacio de Tribunales, a pesar de Oyarbide y
sus efebos asistentes.
Esto sin hablar de la discriminación sistemática que padecen
las personas seropositivas, en forma silenciosa, a veces hasta siniestra y que
también requieren de una asesoría legal especializada, o sea profesionales del
derecho que se especializan en
HIV, en problemas de heredad gay, tenencia de
hijos y otras yerbas, todos estos atajos y emparches a la ley se dan por
carecer del aggiornamiento para el devenir cotidiano.
HOY EN DÍA PARA SOBREVIVIR A ESTE SISTEMA PERVERSO EN EL QUE
ESTAMOS INMERSOS SE DEBE SER MAR PERVERSO QUE ÉL.
Lo mismo podría decirse de los servicios médicos. Es un
hecho cada vez más estudiado que las lesbianas y homosexuales presentamos
problemas de salud específicos. Los hombres gay en muchos casos tenemos un
riesgo mayor de enfermedades de transmisión sexual, ETS relacionadas con
prácticas sexuales específicas; las lesbianas que no han tenido hijos presentan
un riesgo mayor de cáncer de mama.
En el orden legal, la comunidad gay presenta un indice alto
de jubilaciones por incapacidad (en general pacientes
HIV+) esto no es
caprichoso, buscan de esa manera asegurarse la cobertura médica que precisaran
de por vida al ser una enfermedad crónica.
Estos jubilados “jóvenes” llegan a un sistema que está
colapsado, que tiene en
la
Cámara de Seguridad Social 700.000 causas judiciales atascadas y se siguen sumando porque el
Gobierno Nacional no hace caso a varios fallos de
la CSJN, (tal vez el más
emblemático: el caso Badaro). Siguiendo en la tónica de tirar para adelante
liquidan sistemáticamente mal las jubilaciones de personas menores de 50 años.
Para que se pasen cinco, seis o 10 años litigando por un reajuste que no
llegará rápidamente o tal vez no llegue si las cajas de
ANSES son vaciadas
definitivamente. Es paradójico pero hay gente que por medio de su AFJP cobraba
hasta 10 veces más de lo que hoy cobra por
Anses /SIPA.
Esto se da porque alguien teclea mal un número y puede hacer
que de $4000 pases a cobrar $400. Enmendar este error que cada vez se da más
sistemáticamente puede llevar unos cuantos años y dinero. Cuando antiguamente
se corregía en seis meses, contra la presentación de una nota personal por la
mesa de entradas del mencionado organismo.
Anses es la caja de este gobierno, sumado al veto de la ley
del 82% móvil la clase pasiva sigue relegada, los recientes jubilados por
“incapacidad” no saben donde están entrando. Los que puedan, los más
aptos, desarrollaran la “capacidad” de
esperar, (asesorándose y tomando la iniciativa) otros morirán en el intento.
Selección natural de un ecosistema previsional estatal perverso.
Asimismo, los gays requeriremos, con los años y cada vez
más, de servicios sociales para la tercera edad: por algo muy sencillo, muchos
gays no tienen hijos, y necesitarán de apoyos especiales al carecer de
parientes para ocuparse de ellas en su vejez.
Al final de cuentas, debemos preguntarnos: ¿La publicidad
nos muestra como somos o solo busca rentabilidad?
Ale K
Es Abogado y Psicólogo
(Trabaja en ambas disciplinas con pacientes HIV+)
También se desempeña como conductor radial en programas con contenido para el colectivo Lgtbt
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