Jean Genet (1910-1986), novelista y dramaturgo francés, cuyas obras, tomando como referencia tanto los aspectos pintorescos como grotescos de la existencia humana, expresan una profunda rebelión contra la sociedad y sus convenciones.
Nacido el 19 de diciembre de 1910 en París, Genet era hijo ilegítimo de una prostituta. Fue sorprendido robando a la edad de diez años y durante toda su adolescencia y hasta unos treinta años después hubo de enfrentarse a una larga serie de procesos por robo y prostitución homosexual. En 1947, al haber sido ya detenido diez veces por robo, fue condenado a cadena perpetua. Mientras estaba en la cárcel, Genet escribió y publicó varios libros, y su creciente prestigio literario movió a un amplio grupo de autores franceses a pedir su liberación, que finalmente fue concedida en 1948 por el presidente de Francia.
La primera novela de Genet, un trabajo autobiográfico acerca de la homosexualidad y la vida en los bajos fondos, fue Nuestra Señora de las flores (1944). Entre sus novelas posteriores se cuentan El diario de un ladrón (1949), El milagro de la rosa (1951) y Pompas fúnebres (1953). Su prosa se caracteriza por su gran cantidad de imágenes líricas y por el empleo del lenguaje propio de los bajos fondos.
En 1947 Genet volvió a escribir teatro, medio en el cual llevó a cabo sus obras más impactantes. Su primera obra, Las criadas (1947), una de las más exitosas de su autor, marcó su entrada en el movimiento llamado el teatro del absurdo. En esta obra, dos criadas se van turnando para interpretar el papel de su señora, buscando sus identidades en un medio que fluctúa sin cesar entre la realidad y la fantasía. En Estricta vigilancia (1949), El balcón (1957), Los negros (1959) y Los biombos (1961), Genet utilizó frecuentemente el cambio de papeles y la inversión entre el bien y el mal, como técnicas para subrayar la falsedad de los valores sociales y políticos.
Todas las obras de Genet expresan su profunda simpatía hacia los desheredados y los marginados de la sociedad, expuestos como se encuentran a los siempre omnipresentes sexo, delito y muerte. Contienen invariablemente rituales, crueldad y la convicción del autor acerca de lo absurdo de los conceptos morales. Aunque sus escritos fueron considerados al principio como pornográficos, Genet fue definido muy pronto como un existencialista preocupado por los problemas de la identidad y la alienación, y ha sido reconocido como uno de los más importantes escritores del siglo XX (véase Existencialismo). En 1983 se le concedió el Grand Prix National des Lettres, el premio nacional de las letras francesas.
Genet fue sólo un dramaturgo interesante, un buen poeta y un novelista absolutamente único y genial. Genet nunca fue un escritor gay, él fue escritor, uno de los más grandes de la literatura francesa, y antes que eso fue maricón y ladrón, como a él le gustaba decir.
Genet el huérfano, Genet el chorizo, Genet el chapero, Genet el vagabundo, Genet el delincuente, Genet el mendigo, Genet el poeta, el que adora las ladillas de sus amantes, el que ama a los delincuentes más duros, Genet el mártir, el exiliado, el comprometido, el mecenas, el que está enterrado en el cementerio español de Larache…
Se derrocha la palabra “genio” con demasiada ligereza para los artistas. Hay muchos grandes artistas, y no es necesario ser un genio para ser uno de los grandes. Tal vez, el artista genial es sólo aquel en el que hay un misterio irracional en su vida y su obra, en el que como hombre y como creador se mezcla el caos y la muerte con el amor y la vida. Jean Genet, es sin duda alguna, el mejor ejemplo de genio de la historia de la literatura.
Bibliografía esencial: Santa María de las flores, El milagro de la rosa, Pompas fúnebres, Querelle de Brest (llevado al Cine por Fassbinder), Diario del ladrón.