domingo, 30 de enero de 2011
Las noches romanas de los curas homosexuales
ROMA.- "Las noches bravas de los curas gays". Es este el título de la nota de tapa del semanario Panorama que salió a la venta a medidados de 2010 en los quioscos de Italia, y que revela la doble vida de algunos sacerdotes que viven en esta capital -centro del catolicismo debido a la presencia del Vaticano- que, de día, son normales curas que visten su hábito; mientras que de noche son hombres perfectamente integrados en el mundo gay romano.
Durante casi un mes un cronista de Panorama -revista editada por Mondadori, editorial del premier italiano, Silvio Berlusconi-, acompañado por un cómplice, se infiltró en el ambiente gay de esta capital. Así, descubrió una realidad inédita formada por sacerdotes que de noche participan de fiestas nocturnas con acompañantes de sexo masculino, tienen relaciones sexuales con compañeros ocasionales; frecuentan chats y reuniones gays.
Panorama describe especialmente tres casos: el de Paul, el de Carlo y el de Luca, nombres ficticios para proteger la identidad de los sacerdotes en cuestión. El primero es un francés de unos 35 años, que el cronista del semanario se encontró la noche del viernes 2 de julio en una fiesta gay de un local del barrio de Testaccio, en Roma.
Roma de noche. Durante esa velada, en la que participaban dos escorts varones que bailaban semidesnudos con el cura y con otros invitados (practicando luego sexo con algunos de ellos), se encontraba Carlo, el segundo cura, un italiano de entre 45 y 50 años. Esa noche, según el relato en primera persona de Panorama, termina en la casa de Paul, donde el cómplice del cronista antes le pide al cura de ponerse la sotana y luego mantiene una relación sexual con él, filmada por la cámara oculta.
La noche siguiente, Paul y Carlo citan al cronista de Panorama junto a su cómplice en el Gay Village de Roma. En esta ocasión, Carlo desaparece y aparece varias veces: luego explica que se vio obligado a hacerlo para evitar encontrarse con otras personas que conoce, otros curas o seminaristas. La noche termina también con sexo, siempre filmado por la camarita oculta. Otro día, Paul celebra misa sobre una mesa de su casa ante sus invitados.
En otra oportunidad, Carlo invita al cronista de Panorama a un restaurante del centro de esta ciudad, frecuentado según él por varios sacerdotes homosexuales. En la mesa de al lado hay una pareja: uno de ellos también es sacerdote, y el otro, su novio. "Carlo cuenta que ha descubierto sus verdaderas tendencias sexuales hace tres años, al entrar en el giro romano y frecuentando a otros sacerdotes. Jura que al menos el 98% de los curas que conoce es homosexual y que los demás reprimen su sexualidad: los más frustrados serían los que exhiben hábitos decorados con encajes", escribe el cronista de Panorama. "Dice que en la Iglesia de hoy, hay una parte «intransigente» que se esfuerza en no mirar la realidad, y otra más «evangélica» que reconoce y acepta el fenómeno de los curas gays", agrega.
Al finalizar la cena, Carlo llevó al cómplice de Panorama a su departamento, conectado con una estructura eclesiástica, y tiene una relación con él, también filmada por una cámara oculta. El cronista, por otra parte, filma a Carlo mientras celebra misa en una iglesia.
El tercer cura, Luca, también italiano, de 25 años, es hallado por Panorama a través de un Chat homosexual en Internet. Hecho el contacto, Luca mantiene una relación con el cómplice del cronista en su habitación del barrio de Trastevere, frente a una iglesia misionera católica. "Después de la relación sexual, Luca abre su ropero y muestra sus hábitos sagrados [...]. Mientras acompaña hasta la puerta al amante ocasional le pregunta si quedó satisfecha su curiosidad de «tener relaciones sexuales con un cura». Luca cuenta que por lo general ocurre lo contrario: después del cortejo en Chat, cuando dice que es cura muchos se escapan".
La respuesta de la Iglesia. Los sacerdotes homosexuales que lleven supuestamente una doble vida "por coherencia deberían revelarse", ya que "nadie los obliga a seguir siendo curas, aprovechando exclusivamente de los beneficios" que conlleva esa condición, afirmó la diócesis de Roma tras conocerse la investigación.
"Quienes conocen la Iglesia de Roma, donde viven también varios centenares de curas provenientes de todo el mundo -que estudian en sus universidades pero no forman parte del clero romano ni están empeñados en su pastoral- no se reconocen para nada en la conducta de estos expertos de la ´doble vida´, que no han comprendido lo que es el sacerdocio católico", aseguró en una nota.
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