Con el anuncio del inicio de la vacunación gratuita y
universal contra la hepatitis B hecho hoy por el Ministerio de Salud de la Nación, finaliza en
Argentina una década clave en la prevención esta enfermedad infecciosa. Comenzó
en 1992, cuando la vacuna se incorporó al Calendario Nacional para el personal
de la salud, y dio varios pasos claves entre 2000 y 2009, cuando se amplió esta
decisión para incluir la inmunización de los niños.
Este mediodía, las autoridades sanitarias junto a
especialistas y representantes de la Organización Panamericana
de la Salud
(OPS) y las principales sociedades científicas del país, explicaron la necesidad
actual de extender el alcance de la medida al resto de la población argentina.
“Al analizar el impacto de la vacunación contra la hepatitis B de los menores
de 15 años, podemos ver que ha sido muy exitosa; pero cuando observamos cómo es
la aparición de casos nuevos en el país, vemos que la población entre 15 y 60
años es la más afectada”, explicó el viceministro de Salud, Máximo Diosque.
La hepatitis B es una inflamación del hígado causada por un
virus que se transmite, entre otras vías, a través del contacto con la sangre,
por relaciones sexuales no protegidas, por medio de la madre infectada al hijo
durante el embarazo o por uso de drogas. En Argentina se estima que unas
800.000 personas estuvieron en contacto con los virus de las hepatitis B y C.
La doctora Carla Vizzotti, responsable del Programa Nacional
de Control de Enfermedades Inmunoprevenibles, precisó que la medida anunciada
"pone a disposición de toda la población la vacuna contra la hepatitis B”
y espera “que los médicos la recomienden y la gente se acerque a los
vacunatorios, porque no hay necesidad de contar con una receta para
aplicársela".
Coincidió en que desde 2005 la vacunación disminuyó
dramáticamente los casos de hepatitis B en niños, ya que “en Argentina tenemos
uno de los calendarios más completos para el control de las hepatitis virales”.
Pero destacó que en los mayores de 15 años sigue siendo un problema.
En cuanto a la estrategia elegida para abordar el problema,
aclaró que la vacunación está destinada a toda la población porque “es bastante
difícil definir grupos de riesgo”. Si bien están más expuestos a contraer la
infección los trabajadores de salud, los hemodializados, los personas que
recibieron múltiples transfusiones, tienen enfermedades crónicas del hígado o
están privadas de su libertad, el personal de cárceles, los hombres que tienen
sexo con hombres, los heterosexuales con relaciones no monogámicas, los
usuarios de drogas endovenosas, las personas con VIH/sida, y los que conviven
con portadores de hepatitis B, se determinó que un 34% de los contagios se
producen por vía sexual y que en un 55% de los casos no logra establecerse cómo
se produce la transmisión. “Por eso, la vacunación universal es la manera más
equitativa de trabajar para disminuir la aparición de nuevas infecciones, así
como las complicaciones y muertes asociadas a la enfermedad”.
Para 2012, el Ministerio de Salud de la Nación cuenta con 18
millones de vacunas, que beneficiarán a seis millones de argentinos, ya que
para lograr el efecto protector es necesario aplicarse tres dosis (la segunda y
la tercera, luego de uno y seis meses, respectivamente, de recibida la
primera). Las mismas ya se comenzaron a distribuir a las provincias y estarán
disponibles en forma gratuita en los vacunatorios y centros de salud públicos.
Asimismo, el Ministerio planea realizar campañas similares durante los próximos
años, hasta cubrir al 100 % de la población objetivo, más de 20 millones de
personas.
“Aunque todos los menores de 20 años deberían estar
vacunados por calendario, buscamos alcanzar a los que no lo estén y también a
los mayores de esa edad, para que inicien o completen la inmunización”, detalló
Vizzotti. Así, esperan obtener rápidamente una buena cobertura en estos grupos,
al tiempo que trabajarán “muy fuerte” para llegar a los grupos de riesgo.
Por el hecho de estar destinada a la población adolescente y
adulta –que suele ser reacia a inmunizarse– y de requerir tres dosis, esta
nueva medida es ambiciosa y requiere del esfuerzo de todos para alcanzar el
éxito. Por eso, los principales especialistas y representantes de las
sociedades científicas no dudaron en manifestar su apoyo.
“Los que hacemos Infectología estamos muy felices, porque
uno de los problemas importantes de los casos de hepatitis B es de que muchos
se vuelven crónicos. Y este virus junto con el de la hepatitis C y el HPV son
causas de cáncer prevenible por vacunas. Por eso, festejamos esta vacunación
universal –aseguró el doctor Daniel Stamboulian, presidente de la Fundación Centro
de Estudios Infectológicos y agregó–. Hay que aplicarse tres dosis en algún
momento de la vida, para protegerse de este virus que se transmite sexualmente
y que resiste hasta 96 horas sobre las superficies contaminadas, incluso con
las normas habituales de higiene”.
El doctor Daniel Stecher, presidente de la Sociedad Argentina
de Infectología, remarcó: “Con buenas tasas de cobertura, es posible erradicar
a la hepatitis B, tal como se hizo con la viruela. Por eso, es importante que
los médicos de adultos indiquen la vacuna a sus pacientes y que estos estén
tranquilos, porque es muy segura y la puede recibir toda la población”.
También la Sociedad Argentina de Pediatría avaló la
estrategia del Ministerio. “Las vacunas entran a la familia a través de los
chicos –aseguró Carlota Russ, del Comité Nacional de Infectología de la
entidad–. Cada vez que los padres llevan a sus hijos a vacunar, uno aprovecha y
le pregunta si ellos también recibieron las inmunizaciones que les
corresponden. Ahora podemos también preguntar si tienen la vacuna contra la
hepatitis B y así se puede lograr captar a esa población”.
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